sábado, 27 de diciembre de 2014

BENEDIT PADRE, BENEDIT HIJO



Como es habitual, el tema de la muerte de Mariano Benedit Wehmeyer (el segundo apellido, misteriosamente, nunca aparecía en TN) duró en los medios concentrados casi una semana. Luego dejó de ser noticia, abandono causado por un par de factores: algún motochorro reclamaba vigencia mediática (en este caso por no más de 48 hs y con la mirada puesta en la inseguridad) o acaso porque ya no era conveniente ahondar en el origen del dinero que manejaba el “financista”: sostenes de su pauta publicitaria, o quizás los mismos Magnetto, Rendo, Pagliaro y Herrera pueden haber confiado parte de su dinero negro al “asesor”.

Al fin y al cabo Mariano parecía ser un tipo confiable, bonachón, vástago de la oligarquía financiera, y no un advenedizo. Antes que el consumidor de noticias se hiciera alguna pregunta, Nelson Castro se vio obligado a redoblar su charlatanería desoladora incorporando a un doble que acentúa esos mohines propios de la decadencia con identificación maternal.

La familia de Mariano integra una conocida firma de la Bolsa de Comercio de la que él se había separado, dedicándose preferentemente a todo tipo de transacciones ilícitas porque la ganancia puede ser mayor y más rápida: dólares falsos, lavado de dinero, especulación, un auténtico financista nativo.

El padre de Mariano estuvo en la cárcel en 1978 durante una época en la que Martínez de Hoz combatía duramente a los advenedizos convertidos en banqueros por la plata dulce y la tablita cambiaria. El ministro debe haber deplorado que un Benedit Nougues estuviera detenido, ya que uno y otro se reconocían en similar prosapia, pero otros sectores de las FFAA en el poder tenían distintos planes para sus propios amigos y financistas. Videla intentaba equilibrar las cargas, pero a veces no lo conseguía: era un oscuro militar sin apoyos claros en ningún sector castrense (precisamente por eso se lo había elegido en 1975, cuando el sector civil planificaba el golpe).

El padre de Mariano había sido presidente del Banco de Valores, una entidad que administra la compraventa de acciones que cotizan en la Bolsa. Creado en 1978 para institucionalizar la primacía del capital financiero, forma un entramado con el Mercado de Valores y la Cámara de Agentes de Bolsa.

El Banco de Valores está hoy presidido por un Santamarina, de profesión ganadero, y entre sus directores se encuentra el mismísimo Guillermo Alchourron, quien encabezó la Sociedad Rural. Jaime Benedit Nougues estuvo al frente de la entidad durante el menemato.

Los Benedit están relacionados familiarmente con los Duncan, Carabassa,  Lagos Mármol, Mera Figueroa, Roviralta. No provienen de la vieja oligarquía patricia originada en el contrabando unitario del puerto de Buenos Aires, como Martínez de Hoz; ni de la que se enriqueció con el roquismo; ni tampoco reconoce ancestros de las guerras de la independencia, esos que seducían a Jorge Luis Borges, sino de los inmigrantes que prefería Sarmiento.

Jaime conocía a Martínez de Hoz, y ambos aspiraban a quedarse –durante la dictadura cívicomilitar-  con los activos del Banco de Hurlingham, propiedad de David Graiver, quien había fallecido en agosto de 1976. La entidad fue intervenida por las FFAA, y el general Cassino, su interventor, insistía en que era un banco viable pero la dictadura militar tenía otros planes, y no es que hubiera un solo plan. Al ser liquidada a pesar de las protestas del interventor, los activos de la entidad quedaron a merced de distintos buitres locales. Todos ellos contaban con una “pata militar” con la que podían esgrimir sus eventuales derechos o privilegios.


Uno de ellos fue el agente de bolsa Jaime Benedit Nougues. Otros fueron los Chavanne, aventureros financieros que habían comprado unos dunales costeros de la amplia estancia Malal Hue, propiedad de Martínez de Hoz, loteados y convertidos en el balneario de Santa Clara del Mar.

Pero se sabe que el misterio del enriquecimiento empresarial consiste en invertir el dinero de otro, o si es posible, ganar mucho con cero riesgo, o no invertir más que promesas a futuro. Por eso, los Chavanne, para quedarse con el Banco de Hurlingham, interesaron a otros inversores, los dueños de Industrias Siderúrgicas Grassi, que estaba pasando apuros financieros por la apertura de las importaciones decidida por Martínez de Hoz. Parece insólito que precisamente se llamara a inversores que estaban pasando un mal momento: el misterio de todo buen negocio es hacer dinero sin tenerlo, como puede leerse en las declaraciones del detenido René Grassi.

Al final, todos (los inversores de Chavanne, los amigos de Martínez de Hoz y los Grassi) fueron a parar a la cárcel durante un año, hasta que los bienes de Banco de Hurlingham quedaron "legalmente" desapoderados. Se les aplicó el artículo 6º de la ley 20.840 que penaba la “subversión económica”, subterfugio mediante el cual podía ser detenido y condenado cualquier empresario opuesto a la política desindustrializadora de la dictadura. A los Taub, del riñón de grupo Gelbard (ministro de Economía nombrado por Perón), se les aplicó el mismo artículo y pasaron siete años en prisión. No se andaba con chiquitas en esos años de de la más cruel ilegalidad, y no resulta muy descabellado suponer que si el almirante Massera se hubiera “interesado” por el Banco de Hurlingham, su destino, el de los apresados, habría sido el mismo o quizás peor. Pero no hay constancias fehacientes de que lo estuviera.

Sí lo estaba, a fin de poner en marcha su propio proyecto personal (crear en el futuro un partido político que recogiera algún fragmento del peronismo isabelista o lopezreguista), en Papel Prensa, también de propiedad de Graiver. Las peleas internas entre Videla y Massera por los bienes de Graiver las conocemos parcialmente por algunas notas y memorándums firmados por un tal capitán de navío D’Agostino, hombre de confianza del ex almirante, que también intervino en el desapoderamiento de Papel Prensa.

Aunque dicen que el crimen no paga, los activos de la entidad fueron repartidos entre los amigos del Banco Rural, el Banco Shaw, el Banco Ganadero, el Banco Comercial del Norte y el Citibank (que no eran advenedizos de la plata dulce, a diferencia de otros como los Greco y Saiegh), mientras la legítima heredera de Graiver, Lidia Papaleo, era torturada y vejada por Etchecolatz. Como se recordará, mediante una argucia legal, Papel Prensa quedó fuera de la sucesión de Graiver, y esto los habilitó para que fuera adquirida por los titulares de una empresa ficticia, Fapel S.A., propiedad de Ernestina Herrera y Magnetto, entre otros.

“La producción de papel para diarios no puede quedar en manos de un judío”, había señalado el capitán Manrique a Lidia Papaleo antes del desapoderamiento, refiriéndose a Graiver y sus herederos. Manrique fue uno de los que ocultaron durante años el cadáver de Eva Perón, inhumándolo con nombre falso en Italia. Al fin y al cabo, la dictadura era profundamente antiperonista.

“Financistas” como Benedit no son empresarios sino rentistas. Renta agraria o financiera, ni el dinero ni el campo se reproducen, sólo pueden incrementarse o reducirse por decisiones de mercado. Se calcula que los activos ficticios en el mundo (los que los Benedit contribuyen a crear e inflar) superan en seis veces los activos reales. El capital financiero es una gran burbuja de promesas de pago a futuro y rentabilidad ficticia cuyo estallido se retrasa por la amplia capacidad del sistema económico para recrearse y concebir nuevos vericuetos (paraísos fiscales, empresas off shore) que, en nombre del neoliberalismo reinante, permitan situarse por arriba de las decisiones de los Estados soberanos o incluso de asociaciones de Estados soberanos: los ataques contra el Mercosur, el Alba y el Celac se inscriben en esa línea.

En una civilización caracterizada por los eufemismos, en eso andaban los Benedit. No producen: lucran con el lucro, lo que no es una crítica a la actividad terciaria o de servicios. Pero sabemos los problemas que trae la excesiva intermediación de bienes de consumo en nuestro país.

Nunca se sabe quién paga y quién debe en esta sobreviviente patria financiera. Los financistas pasan por ser atildados caballeros de modales británicos, pero en muchas ocasiones merecen ser tratados con la firmeza con que los vapuleaba Guillermo Moreno.

martes, 23 de diciembre de 2014

LA INTEGRACION AMERICANA Y VUELTA DE OBLIGADO (II)


Teodoro Boot

En momentos en que por razones geopolíticas y por sentido histórico, Latinoamérica debe marchar más decididamente a la integración, es razonable repasar las causas de anteriores fracasos, el porqué de las traiciones y la razón por la que las disensiones alientan la injerencia de las potencias.

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Contrariamente a lo que podría pensarse, la ofuscada nota de Luis Alberto Romero (“Delirio nacionalista: el mito del combate de Obligado”) publicada el 9 de diciembre en Clarín y respondida el día 16 en ese mismo diario por Mario Pacho O´Donnell, no reaviva una polémica. Es que sólo una persona mentalmente perturbada puede dedicarse a demostrar que el 20 de noviembre de 1845 la flota anglofrancesa consiguió romper las cadenas que cruzaban el río (no con el objetivo de frenar a los barcos, sino para demorarlos lo suficiente y someterlos al fuego de las rudimentarias baterías costeras) y, hostigada permanentemente desde la costa, remontó el Paraná rumbo a Corrientes y Asunción. Con el propósito de quitar sentido al Día de la Soberanía, detenerse a discutir si eso ocurrió o no, cuando es público y notorio que así ocurrió, es tan absurdo como cuestionar el calificativo de Libertador o Padre de la Patria con que se conoce a José de San Martín basados en que el único hecho de armas del que en estas tierras participó don José fue un combate insignificante a orillas del Paraná contra un grupo de españoles que había desembarcado para robar gallinas y vacas. 
La gente sana y equilibrada no discute esas cosas.

Pero si la nota de Romero no aviva ninguna discusión útil, la respuesta de O´Donnell habilita un abordaje del tema que nos permite remitirnos a la actualidad.


Rosas y “la libre navegación”
Con mucho tino, O´Donnell apunta que lo que se conmemora los 20 de noviembre, aniversario de uno de los muchos combates librados contra la flota conjunta de las dos mayores potencias de la época, debería ser llamado Guerra del Paraná, puesto que de eso se trató, de una guerra por el control del principal de los ríos argentinos. Pero, a la vez, O´Donnell hace una interpretación sesgada del conflicto, ya que no se trata del control del curso de agua por el curso de agua en sí, sino de la apropiación de los impuestos al comercio exterior, en otras palabras, de las rentas de aduana. Y es en este marco en el que debe verse el argumento conceptual del conflicto: la libre navegación de los ríos.
Aclaremos que nadie discutía la libre o no libre navegación del Luján, el Reconquista, el río Quinto o el Carcarañá, sino la del Uruguay y, principalmente, el Paraná.
Cierta simplificación histórica analoga el reclamo por la libre navegación de los ríos con los principios unitarios y su adhesión a los imperios europeos. Sin embargo, quien primero habló entre nosotros de la libre navegación de los ríos fue Artigas, insospechado de cualquier connivencia con ningún imperialismo. Más tarde, el partido unitario hizo suya esa consigna para utilizarla contra Rosas, valiéndose de los reclamos de la mayoría de los caudillos del litoral. Y será finalmente esa conjunción de intereses múltiples y contradictorios (el partido unitario, Inglaterra, Francia, la elite de Montevideo, el Imperio de Brasil y los gobiernos de Entre Ríos, Corrientes y Paraguay), circunstancialmente unidos en el reclamo por la libre navegación, vale decir, por cobrar los tributos al comercio exterior, la que consigue derrotar a Rosas.
A estas alturas nadie, con excepción de Luis Alberto Romero y el coro de viudas del ñoño liberalismo del siglo XIX, puede poner en duda que la defensa del río Paraná y de la integridad territorial argentina contra las potencias europeas fue el momento más glorioso de la vida pública de Juan Manuel de Rosas, hasta el punto de granjearle la general admiración de los americanos de su tiempo. Pero a la vez, fue el núcleo de ese conflicto su principal limitación y debilidad y, a la postre, la razón de su derrota.
Si el río no es libre ¿de quién es? No de Inglaterra y Francia, ya sabemos. ¿Es de la Confederación? ¿De cada estado en igualdad de condiciones o de unos más que otros? ¿Sobre qué bases se establece una confederación en la que unos estados tienen mayores derechos que otros? ¿O no sería que ese río no era libre porque era de Buenos Aires?



Las rentas de aduana
En 1835 y recogiendo los reclamos de la provincia de Corrientes, el gobernador bonaerense Juan Manuel de Rosas redactó un reglamento de Aduana que protegía las producciones de las provincias, pero la aduana, las rentas de la aduana, así como el puerto que tiene la llave del sistema del Plata, siguieron siendo propiedad exclusiva de la provincia de Buenos Aires. En estricta justicia, Corrientes, Asunción, Santa Fe, Concepción del Uruguay o Paysandú podían esgrimir derechos semejantes: que las mercaderías de ultramar llegaran a los distintos puertos, tributando en las aduanas de las respectivas provincias (llamémosles “estados”, para que nadie se sienta menoscabado).
Este es un punto que Rosas no entendió o no pudo resolver, habida cuenta que resolverlo iba en desmedro de los intereses de la provincia que gobernaba: la necesidad de federalizar las rentas aduaneras como instrumento de organización nacional.
Si bien protegidas por el reglamento aduanero de 1835, la mayoría de las provincias (muy especialmente las mediterráneas) se encontraban arruinadas desde la temprana apertura comercial iniciada del virrey Cisneros y defendida con uñas y dientes por la elite comercial porteña, intermediaria en los negocios de importación-exportación. La protección del reglamento de 1835 amparaba la producción regional, pero del tributo aduanero no llegaba nada a ninguna provincia, más que a Buenos Aires.
El inicial reclamo de Artigas de libre navegación de los ríos evoluciona hacia la solución de fondo: derrotar a la burguesía comercial porteña y someter a Buenos Aires a la voluntad de los demás estados provinciales. Solución que, no obstante el triunfo de Cepeda, se vio frustrada por las intrigas de Sarratea y la miopía y falta de estatura política de los dos lugartenientes artiguistas: Francisco Ramírez y Estanislao López.
Durante sesenta años más se prolonga la guerra civil, que no es otra cosa que la lucha por la apropiación de las rentas de aduana y que en el litoral adopta la fórmula de la libre navegación de los ríos, fórmula que llevaba implícita la tendencia a la disgregación.

Organización o segregación
¿De qué podía servirle a Salta o San Juan la libre navegación del Paraná? Las provincias interiores necesitaban imperiosamente la organización nacional. Las del litoral, no. Les bastaba con negociar con Buenos Aires alguna forma de libre navegación. O, en todo caso, segregarse, ya fuera a través de la conformación de una república de la Mesopotamia, la integración paraguayo-correntina o la federación del Uruguay integrada por la Mesopotamia argentina, la Banda Oriental y el estado de Río Grande do Sul.
Es en esa tensión entre las provincias del litoral y las del interior que durante treinta años maniobra Rosas para consolidar la hegemonía bonaerense y, a la vez, conservar la integridad territorial de la confederación, valiéndose de su gran capacidad diplomática y, principalmente, del manejo del puerto y el control de la aduana. Y estaba en esa fortaleza su mayor debilidad, ya que se trataba de una situación altamente inestable que se resolvía o bien con la organización nacional o bien en la desintegración territorial.
De hecho, la organización nacional sólo fue posible después de que Julio A. Roca consumara, al menos en parte y a su manera, uno de los anhelos de Artigas: el sometimiento de Buenos Aires a la voluntad de las demás provincias, en otras palabras, la federalización del puerto, la aduana y la ciudad de Buenos Aires. Fue recién entonces que se extinguieron las tensiones y tentaciones secesionistas, algunas consumadas, otras temporarias y otras en proyecto. 
Ese largo conflicto, motivado por la desigualdad de derechos entre estados en teoría equivalentes, fue lo que permitió y alentó la intervención de las potencias europeas. Al respecto vale la pena recordar que la flota anglofrancesa fue de algún modo convocada por Carlos Antonio López desde un Paraguay que, habiendo llegado al límite de sus posibilidades en el tradicional aislamiento de Rodríguez de Francia, se veía estrangulado por Buenos Aires.
Tras la derrota de Artigas, el aislamiento paraguayo, el federalismo defensivo de los caudillos, el "sistema americano" rosista de defensa de la soberanía (el uso del poder económico de Buenos Aires para evitar la disgregación), fueron los distintos caminos adoptados por los distintos pueblos en la defensa de sus intereses. Ninguna de esas opciones dio resultado. No, al menos, los que hubiera tenido una federación de iguales, en la que nadie fuera más que nadie.
En momentos en que por razones geopolíticas y por sentido histórico, Latinoamérica debe marchar más decididamente a la integración, es razonable repasar las causas de anteriores fracasos, el porqué de las traiciones y la razón por la que las disensiones alientan la injerencia de las potencias. De igual modo, los alcances y límites de esa segunda guerra de independencia que fue la resistencia a la invasión anglofrancesa, nos recuerdan que la verdadera integración se lleva a cabo en términos de igualdad y que no hay integración duradera basada en el solo impulso de ningún “tractor”, llámese Brasil, Argentina... o el Buenos Aires de Juan Manuel de Rosas.

viernes, 19 de diciembre de 2014

BENEDIT: GANANCIAS RÁPIDAS Y SIN RIESGO QUE CUESTAN LA VIDA



Todos ellos son jóvenes practicantes del enriquecimiento ilícito porque el modelo es el de la burguesía que vive y se enriquece en los entresijos del capitalismo financiero. Un atajo rápido y con límites inciertos entre lo legal e ilegal: drogas, lavado de dinero, cheques voladores, especulación con divisas. No pertenecen, o solo algunos pertenecen, a las tradicionales familias del patriciado, como lo denuncian sus apellidos: Stefanini, Damián Rodríguez, Pesquera, Graffigna (de la nobleza mendocina), Ferrón, Forza, Bina, De Arce, Pérez Corradi, Elaskar, Fariña, Suris, Benedit Nouges, de la nobleza portuaria. 
Educados en las significaciones de la ganancia rápida, la exigen más rápida y suculenta.
Si existió una cría del proceso, y existió, estos son los hijos de esa cría fraudulenta.
Por una circunstancia fortuita, que puede simbólicamente ser una pista para entender todo esto, tuve la oportunidad de conocer a uno de las víctimas del triple crimen de General Rodríguez: fue en una escuela pública de Villa del Parque, cuyo director (Sacco) exigía obediencia absoluta, era socialista democrático, apoyaba fervientemente a la dictadura cívicomilitar y reunía a los chicos, como si un partido de fútbol se tratara, para vivar con aplausos cada bombazo de los militares argentinos en la aventura de Malvinas en 1982.

Que un miembro de esa cría muera en extrañas circunstancias no es un hecho de inseguridad. Eso para empezar.


No importa que el tal personaje se dedique a entrar y sacar dólares del país comprando a $ 11 y vendiendo rápidamente a $16 (para eso tienen al elenco estable de los medios concentrados, los tradicionales augures que pronostican devaluaciones, suba del dólar a las nubes y reservas insuficientes).Escribe Zaiat: "Los dolarmaníacos se ponen agresivos cuando prudentemente se comenta que no fue muy rentable el negocio para quienes a lo largo del año compraron dólares en el mercado ilegal pagando de 11 a 16 pesos por unidad. El denominado blue cotiza en el área de 13 pesos y cualquier valor por encima refleja una pérdida, y por debajo hasta 11 pesos no fue lucrativa, puesto que la colocación a plazo en pesos brindó una rentabilidad mayor del 18,2 por ciento (diferencia de 13 a 11 pesos)".
Que tenga una cueva financiera rápidamente desarmada para borrar pruebas, tampoco. Y para completar el panorama, La Nación mitrista, además, pretende involucrar a La Cámpora en el hecho mediante una información imprecisa.
Veinticuatro horas antes los obispos reunidos en sínodo habían alertado sobre la corrupción reinante, y por supuesto todos los consumidores de noticias adulteradas dieron por descontado que se referían a Hotesur y Lázaro Báez.
Pero resulta que la corrupción estaba en otro lado. Aquí.
Benedit (jugador de pato, propietario de campos y de una cueva financiera, expositor en La Rural) no había sido educado por un capitán de industria o por un esforzado trabajador de las clases proletarias a las que suele referirse Altamira desde el soviet de Corrientes y Callao sino por un especulador, Jaime Benedit Nougues, que hacía negocios bancarios, negocios que siempre requieren ganancia rápida.
La historia la he contado aquí muchas veces pero merece ser relatada nuevamente. Benedit padre, es decir Jaime Benedit Nougues, junto con otros especuladores, quiso quedarse por centavos con el Banco de Hurlingham, ex Banco Comercial de La Plata, luego de que la dictadura militar lograra incluir a esa entidad en la sucesión de David Graiver. Esa maniobra fraudulenta (porque la legítima sucesora, Lidia Papaleo, estaba detenida) fue elaborada cuidadosamente por Martínez de Hoz y Videla de modo tal de dejar fuera de la herencia a Papel Prensa, empresa a la cual le tenían reservado otro destino. También tenían otros compradores para el Banco de Hurlingham, y los financias que lo habían adquirido hicieron lo típico: negocios con la plata de terceros.
Entre maniobra y maniobra, los compradores del Banco de Hurlingham pasaron a estar detenidos ilegalmente en la Prisión Militar de Campo de Mayo.
No es cierto, como ha relatado Clarinete, que Jaime haya declarado en la causa 13 contra los comandantes. Muchos, como él, prefirieron callar.
Y tampoco es que el destino de los bienes de Graiver no supusiera una sorda lucha entre los militares en el poder que en ocasiones provocaban alianzas y en otros homicidios.
Eso explica por qué un equipo de la Armada ejecutó a Matías Tobías Padilla; por qué Aurelio Cid, operador de Martínez de Hoz, también fue detenido; y por qué Felipe Domingo Cavallo se asoció con el Tigre Acosta para quedarse con las tierras de Godoy Cruz de los Pincolini mediante extorsión y torturas, para tomar algunos ejemplos entre muchos.
Por eso siempre decimos aquí que es un grave error hablar de “complicidad civil con la dictadura militar”: hubo una alianza entre las cúpulas militares y los sectores sociales dominantes ligados a al complejo agroexportador, alianza que era funcional al poder imperial y por lo tanto desindustrializador. Esa alianza concitó un callado apoyo de sectores medios que veían en la tablita cambiaria una oportunidad de enriquecerse rápidamente, no importa que fuera a costa de la desmemoria y el disciplinamiento social. Muchos hijos de estos sectores medios desaparecieron.
Benedit es, entonces la herencia de la cría del proceso. Importa poco que se haya suicidado o se lo haya asesinado: esa es una cuestión policial.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

VUELTA DE OBLIGADO Y LUIS ALBERTO ROMERO

Teodoro Boot



Algo le pasa al profesor Luis Alberto Romero, algo muy malo, que lo trae permanentemente avinagrado y enardecido por desesperadas ansias de autodenigración. Podrá ser, en su caso, la larga sombra paterna, proyectándose a la vida del hijo y convirtiendo su senectud en un tormento.


No obstante su adhesión y participación en una cruel dictadura militar, José Luis Romero fue un destacado político y un historiador de renombre. Renombre que de algún modo se transfirió al hijo con la misma legitimidad con que se lega un reloj o una estancia.
Es posible, pero debe haber algo más, porque de tratarse únicamente de eso, Luis Alberto se limitaría a la autodenigración individual, pero, extrañamente, su pulsión es tornarla colectiva. Luis Alberto se solaza y goza, goza al perturbador estilo de O, la fotógrafa sadomasoquista de Pauline Réage, pero a la vez pretende someternos a todos a similares maltratos, sevicias y humillaciones.
Porque Luis Alberto, más que sufrir, se humilla y nos quiere a todos igual de humillados y sometidos, porque además de individual, su expiación es colectiva.
¿Qué culpa tenemos nosotros, se preguntará usted, de que Luis Alberto sea el atormentado hijo del olímpico José Luis?

Es que no se trata únicamente de eso, y tal vez no se trate de eso en absoluto y a Luis Alberto le nefregue el nombre del padre y hasta el padre mismo, pues apenas uno mira alrededor ve infinidad de clones y cloncitos de Luis Alberto, con su misma pulsión a la autodenigración , y sería una afrenta inconcebible sospechar que todos pudieran ser hijos de don José Luis Romero.
Para decirlo en palabras de un comunicador iniciado periodista y devenido clown: “Yo soy una mierda y todos ustedes son una mierda. Somos todos una mierda” (pronúnciese “mierrrrrdra”).
Quien no esté mentalmente perturbado ignorará hasta qué esferas de placer puede remontarnos un sentimiento tan raro, por eso la mayoría de los ciudadanos más o menos sanos asisten perplejos a esa clase de confesiones públicas.


Historiador, intelectual, docente universitario, durante años titular de la cátedra más aburrida e insustancial de la carrera de Historia de la Universidad de Buenos Aires, el profesor Romero no lo dice ni mucho menos, lo hace de ese modo. Sus autodenigraciones son elegantes, finas, de salón, con servicio de té y masitas, y trata de evitar o al menos encubrir la diatriba recurriendo a la historia para demostrar cuán inútiles somos, cuán incapaces de algo grande y serio. A su elegante y fino modo, Luis Alberto también nos dice “Miren la mierda que somos”.
Dice Somos, pero en realidad quiere decir Son. ¿Quiénes? Ustedes. Vale decir nosotros, todos los que no somos él. O ellos.
Y como a todo carcamal perverso, a Luis Alberto le dio por una monomanía: desde hace cuatro años no piensa más que en la Vuelta de Obligado (http://www.clarin.com/opinion/Combate_de_Obligado-nacionalismo-Malvinas-revisionismo_historico_0_1263473672.html).
No es que a Luis Alberto se le dé por concurrir a San Pedro para el pic-nic del día del estudiante, que ya no está para esos trotes, sino porque en esa angostura del Paraná se libró un combate contra la flota anglofrancesa, lo que en 1845 era equivalente a combatir contra una flota yanqui-soviética en 1970. Dicho sea para darle alguna perspectiva al asunto.
A Luis Alberto le agarró la viaraza cuando el Poder Ejecutivo Nacional declaró feriado el día 20 de noviembre, proclamándolo Día de la Soberanía Nacional. De algún modo esto parece ofender mucho a Luis Alberto, de manera que a cada año no bien llegada la fecha, le da una rabieta de esas jodidas, que lo descomponen, y trascartón, como los perritos bien educados vierte sus deposiciones en las páginas de algún diario.
Año tras año, transido de placer, Luis Alberto leva su índice vacilante y goza: “Sepan, nacionalistas delirantes, que el combate de la Vuelta de Obligado fue una derrota, no un triunfo”.

¡Qué placer obtiene Luis Alberto al explicar que el combate de Obligado fue una derrota, no un triunfo.
El triunfo, dicho sea de paso, fue de Alberto Merlo y Miguel Brascó, que no estuvieron en la batalla pero la cantaron.
En su condición de historiador, Mario Pacho O´Donnell (http://www.clarin.com/opinion/Vuelta_de_Obligado-Rosas-Mansilla-San_Martin_0_1267673253.html) respondió adecuadamente el berrinche indigesto de Luis Alberto, aunque absteniéndose de hacerlo en su condición de psicoanalista. Una desconsideración de su parte, ya que el psicoanálisis tal vez pudiera resultar más adecuado que la verdad histórica: 


nada, ningún hecho, ninguna interpretación servirá para que la atribulada psiquis de Luis Alberto deje de remontarlo a las inconmensurables cumbres del sado cada vez que nos amoneste: “La flota cortó las cadenas que cerraban el río y llegó a Asunción”.
Y Luis Alberto goza, goza...

jueves, 11 de diciembre de 2014

OTRA CONDENA POR LA APROPIACION DE PEDRO SANDOVAL FONTANA

Se repite, sin fundamento, que el gobierno nacional nombrará 16 fiscales cercanos al FPV. Los medios concentrados (en especial La Nación, tribuna de doctrina, porque Clarín no es más que un generador de negocios para las multinacionales) preferirían que en su lugar se designara a abogados como Alejandro María Macedo Rumi, que en la defensa del apropiador comandante de Gendarmería Víctor Rei afirmó que: “el desaparecido es una incógnita, no está ni vivo ni muerto, es un de-sa-pa-re-ci-do" (citando textualmente a Videla); y cuando se confirmó la identidad del hijo nº 84 Alejandro Pedro Sandoval Fontana, probada en un 99.9999%, sostuvo que el resultado era "más que dudoso".
Macedo Rumi es otro de los "fiscales de la república", los sicarios del mal a los que se refirió Joan Manuel Serrat en una de sus primeras canciones. Así, como "fiscal de la r...." se autoproclamó recientemente Lilita Carrio.

Ayer se conoció que se condenó a tres años de prisión a un suboficial de la Policía Federal que fraguó un allanamiento para encubrir la desaparición de Pedro Sandoval y Liliana Fontana junto a los hermanos del primero, Juan y Gerardo. La querella había pedido cuatro años y medio.

Los entrerrianos Sandoval vivían en una vivienda de trabajadores cercana a la estación Caseros del ferrocarril San Martín, no lejos de la planta de lo que era entonces la fábrica Fiat. Formaban parte de una familia militante que tempranamente, y con algunas diferencias, habían apoyado a Raimundo Ongaro en la CGT de los Argentinos. 
Pedro militaba en el MR17, Juan era concejal del peronismo en la legislatura local y Gerardo era un obrero gráfico integrado a las FAP, donde ingresó luego de formar -con Miguel Bianchini (caído en un enfrentamiento)- una pequeña agrupación denominada FPL. Gerardo, apodado Goto, era delegado de una gran imprenta, Cogtal o Codex, no recuerdo.
Todos desaparecieron.
Pedro se había casado con Alicia Inés Rabinovich (desaparecida), con la que tuvo dos hijos: Fernando y Abel. En 1975 la pareja se separa y Pedro forma una nueva con Liliana Fontana, madre de Alejandro Pedro y embarazada de él cuando fue secuestrada.
Aunque Adolfo Porcel, el policía de la Federal ahora condenado, tendrá prisión domiciliaria por el monto excarcelable de la pena, el principal responsable de la desaparición de Pedro fue Víctor Rei, condenado con anterioridad por el TOF 6, y por la misma causa, a 16 años de prisión. 
Rei fue jefe del Penal de Campo de Mayo y falleció hace un tiempo a los 73 años. Había formado parte del Operativo Independencia en Tucumán y estuvo a las órdenes de Domingo Bussi, adiestrado en la guerra de Vietnam de donde las tropas de EEUU huyeron como ratas a pesar de las pelìculas de Rambo.

Por ese penal también fueron apresados ilegalmente los compradores del Banco de Hurlingham, perteneciente al grupo Graiver. 
Como se sabe, el grupo  fue desguazado por la dictadura mientras se conseguía -mediante una artimaña legal- que Papel Prensa quedara fuera de la sucesión de David Graiver. 
De ese modo pudo ser cedido a Ernestina Herrera y Héctor Magnetto mientras su legítima propietaria, Lidia Papaleo de Graiver, era secuestrada y violada por el comisario Etchecolaz.
Entre esos presos ilegales en el Penal de Campo de Mayo, junto a los adquirentes del Banco de Hurlingham, se encontraba Aurelio Cid, sucesor de Juan Carlos Casariego de Bel (desaparecido) en la Dirección de Inversiones Extranjeras del ministerio de Economía. Cid era amigo personal de Martínez de Hoz y fue secuestrado y detenido porque dentro de la dictadura militar los conflictos económicos también se resolvían de esta manera. Y peor aún, como lo demostró el homicidio de otro funcionario cercano a Martínez de Hoz: Matías Padilla, probablemente asesinado por miembros de la Armada.
A pesar de la amistad entre el ministro y Cid, este nunca abandonó el "ideario neoliberal": Pero esta es otra historia.
La condena a Porcel va cerrando el círculo de la represión ilegal para reafirmar la política de memoria, verdad y justicia que lleva adelante el Gobierno.


sábado, 29 de noviembre de 2014

VICIOS PRIVADOS, VIRTUDES PUBLICAS

Los grandes empresarios argentinos se han enamorado, siguen enamorados, de una significación vacía o extemporánea: "cómo (actuar políticamente a fin de) liberar las fuerzas del mercado para producir". 
Así lo dijo el vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y hombre fuerte de Techint, Luis Betnaza, en el Foro de Convergencia Empresarial junto a los principales candidatos de la oposición.
El foro, presidido por Héctor Magnetto, contó con la presencia de Macri, Massita, Sanz, Cobos y el socialista de mercado Binner.
Uno puede liberar a las benditas fuerzas mintiendo a la gente que somos una multinacional nacional aunque la realidad indique que tenemos sede en el paraíso fiscal de Luxemburgo. Así, mintiendo, parecería fácil, para Techint, liberar las fuerzas del mercado. Total, el mercado es bobo. Cuando el Carrefour de Argentina reconoce un incremento de activos de 168% contra el 5% de su tierra natal, si es que la tiene, ¿no están actuando libremente las fuerzas del mercado?
Estos fiscales de la república, estos "virtuosos", me recordaron una película del húngaro Miklos (es decir, Nicolás) Jankso de 1976. Vicios privados, virtudes públicas.

Los que acudieron a besar los pies del conde Drácula Magnetto en el Foro de Convergencia realizado hace unos días en el salón Juan Pablo II de la UCA(1) son los mismos que tienen depositados, según se calcula, unos 300 mil millones de dólares no declarados en el exterior, de los que por ahora sólo se detectaron unos 60 mil, es decir una quinta parte, en la sucursal suiza del HSBC, un banco de origen británico: la sigla significa Hong Kong & Shangai Bank Corporation. 
El HSBC fue creado por los comerciantes británicos de opio con sede en Hong Kong, esos mismos que impusieron a martillazos su consumo en el continente y retuvieron el enclave costero que un siglo después se unirá a la República Popular China bajo la consigna de "una sola nación, dos sistemas".

Es curioso cómo se tergiversa la historia. Será quizás por aquello de que "...la escriben los que ganan".
Con las películas de Walt Disney aprendimos que los chinos eran grandes consumidores de opio hasta que llegaron los británicos para (coincidiendo con el CEO de Techint 150 años más tarde) vender opio libremente en el mercado.
Que en rigor estaba prohibido y era despreciado porque anula las emociones, la rebeldía, el hambre y las ganas de trabajar. Además, el emperador chino protegía a sus súbditos de las malas costumbres de Occidente.
Los británicos pensaban (con razón) que China sería un gran mercado. 
Detrás de los soldados ingleses llegaron los misioneros presbiterianos escoceses, y quizás por eso Marx escribió algo así como que "la religión es el opio de los pueblos". ¡Vaya si lo era! Protegidos por el fusil y la cruz venían luego los comerciantes ingleses de opio blandiendo la bandera del libre mercado.
Y no es que lo hicieran sólo en China.
El almirante Hotham, de la Royal Navy, tenía idénticas órdenes para la Confederación Argentina e intentó forzar la libre navegación del río Paraná en noviembre de 1845. Como sabemos, la flota de noventa buques mercantes fue atacada en Vuelta de Obligado y logró pasar muy maltrecha luego de una dura batalla. Hotham no lo consiguió en 1845 pero firmará un tratado de libre navegación con Urquiza diez años mas tarde.
Al mismo tiempo que las tropas británicas protegían en China a los comerciantes de opio; que intentaban resguardar el libre juego de los mercados en el río Paraná e inundaban el mundo con su produccción de telas, tenían controlado el consumo de opio en las Islas Británicas porque, revolución textil mediante, los trabajadores ingleses estaban obligados a cumplir extenuantes jornadas diarias de 16 horas.

La tragedia de esta gran burguesía argentina es que no le da para ser nacional. Viven los sueños de otros.  Y es cierto, Techint no vende opio.
Pregúntenle a la historia si el norte industrializado de EEUU aprobaba el libre juego del mercado frente a las tropas sureñas en la Guerra de Secesión. Las tropas del general Sherman no impusieron el libre juego del mercado en el Sur, sino la protección industrial. Nada de mercado.

Hoy, un argentino no puede reclamar el “libre juego de las fuerzas de mercado” para inversiones productivas o medios de comunicación en EEUU. La cosa es unidireccional.
El general Perón no impuso el libre juego del mercado para promocionar la actividad industrial y por ende el trabajo. Por eso lo derrocaron.
El objetivo es el mismo hoy en día aunque hayan cambiado los métodos, los actores y el propio capitalismo: el imperativo tecnológico ha relegado el mercado de opio en favor de las drogas de diseño, el consumo masivo de tevé y las redes sociales.
El problema para ellos es que tienen mercado, pero no tienen candidato. 

(1) La propia UCA es uno de esos evasores con cuentas en el HSBC.

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